Vendo, luego existo

La necesidad de adquirir cosas nos acompaña desde nuestros inicios como civilización. La lógica nos hizo intercambiarlas, la moneda aumentó su valor. Y así nos hemos quedado. Vender, destacar, resultar atractivos para el comprador, ser original, cualquier táctica es válida si consigue el objetivo. De un tecnicismo primitivo, trueque, a uno más impronunciable (y raramente escrito sin una breve pausa del boli en el papel), merchandising, hemos buscado siempre lo mismo: ser los elegidos.

Egocentrismo mercantil. Qué valorado, qué mal entendido, porque no vale todo. Las formas más agresivas conviven con las más sutiles, y emocionales, para llegar a las personas que sospechas que les interesa lo que propones a bombo y platillo. Psicología intuitiva convertida en técnicas de andar por casa.

El escaparate hacia los demás es algo que se cuida, que interesa mimar y muchas veces no se sabe acertar en la forma. Ante esta, en su día nueva, necesidad surgieron, como caracoles después de la lluvia, todo tipo de organizaciones dispuestas a echar un cable al despistado vendedor.

Estar presente es algo fácil,  ser el elegido es otra cosa. ¿Por qué yo y no otro?, ¿por qué otro y no yo?. Saber responder a estas preguntas tiene conexión directa con un éxito, o no, empresarial. Qué fronteras tan tenues, qué pronósticos tan cambiantes. Así es. Este es el panorama que hemos ido perfilando poquito a poco, día tras día, desde que empezamos a madurar como seres civilizados.

Invirtamos bien el tiempo, aprovechemos el panorama, y en caso de duda, no consulte con su farmacéutico, sino con aquellos que mejor saben desenvolverse por estas turbulentas aguas. Auténticos expertos en inteligencia mercantil. Aproveche su existencia para, valga la redundancia, existir y, ya que existimos, vendamos.